sábado, 29 de marzo de 2014

El Ministerio Profético Más Grande Del Tiempo Del Fin. (7)

       
  William Branham Un Hombre Enviado De Dios

                                                                            


      Un Matrimonio Feliz y Una Decisión Fatal
 Tras su conversión y llamamiento al ministerio, comenzó un periodo feliz en su vida cuando la bendición de Dios posaba sobre el joven, y todo parecía marchar en orden. El dio inicio a una reunión de carpa en su propia ciudad de Jeffersonville, y para un predicador joven de veinticuatro años de edad, apenas entrando en el ministerio, la campaña fue de un éxito asombroso. Fue calculado que hasta tres mil asistieron a un solo servicio, y grandes números se convirtieron. En el servicio bautismal que siguió el avivamiento, unas 130 personas fueron bautizadas en agua. Fue en esta ocasión que una luz celestial apareció sobre él cuando estaba para bautizar la persona diecisiete. Esto fue presenciado por la gran congregación que estuvo observando, en la ribera del río Ohio.

Ese otoño la gente de Jeffersonville que había asistido a sus reuniones le construyó un tabernáculo, el cual hasta el día de hoy tiene el nombre de “Tabernáculo Branham”. Los próximos años fueron un tiempo muy fructífero en el cual la bendición de Dios posó sobre él, y él recibió varias visiones de cosas que no comprendió plenamente hasta años más tarde, cuando una revelación más amplia de la voluntad de Dios para su vida le fue dada a conocer. 
CASAMIENTO
 Fue durante estos años que él conoció una excelente muchacha Cristiana, cuyo nombre era Hope Brumback. Tras algunos meses de noviazgo, la muchacha aceptó la propuesta de William Branham y se celebró el matrimonio. Dejaremos que él narre en su estilo simple, siempre dramático que él ha usado desde el púlpito, la historia de su timidez, la propuesta por carta, su casamiento, y los eventos que siguieron:
* * * * *
Yo era apenas un muchacho del campo y muy tímido. Considerando lo tímido que era, probablemente Uds. se preguntarán cómo fue que me casé.Yo conocí una buena muchacha Cristiana. Consideré que era maravillosa. La norma mía para una mujer requería de una que no bebía ni fumaba cigarrillos. Era difícil encontrar tal muchacha en ese entonces y ahora es peor que nunca. Yo amaba esta muchacha y quería casarme con ella, pero no tenía suficiente valor para proponérselo. Ella era una muchacha demasiado buena para perder su tiempo conmigo — ella encontraría alguien más; supe entonces que tenía que proponerle pronto. Yo apenas ganaba veinte centavos por hora y su padre ganaba cientos de dólares al mes. Cada noche cuando la veía, yo me decía: “Voy a proponerle esta noche”. Pero entonces se me hacía un gran nudo en la garganta y sencillamente no lo podía hacer. Yo no sabía qué hacer. ¿Saben lo que finalmente hice? Le escribí una carta para hacerle la pregunta.Pues, aquella carta tenía un poquito más de romance que “Estimada señorita”. Yo hice lo mejor que pude para escribir una buena carta, aunque estoy seguro que no fue muy buena. Así que por la mañana me preparé para dejar la carta en el buzón. Entonces se me ocurrió el pensamiento de lo que sucedería si su madre llegara a interceptarla. Sin embargo, temía entregársela personalmente. Por fin tuve el valor suficiente para ponerla en el buzón el lunes en la mañana. El miércoles en la noche me encontraría con ella y la llevaría a la iglesia. La semana entera hasta el miércoles estuve muy nervioso. El miércoles en la noche fui a verla. Mientras iba, pensé en lo que sucedería si su madre salía y decía: “¡William Branham”! Yo sabía que me podía llevar bien con la muchacha, pero no estaba tan seguro de la madre.Por fin llegué a la puerta y pregunté por Hope [Esperanza], el nombre de la muchacha. Ella vino a la puerta y dijo: “¿Deseas entrar”? Yo le dije: “Si no te incomoda esperaré en el porche”. Yo me cercioré que no me hicieran pasar. Ella dijo: “Muy bien, estaré lista en unos minutos”.Yo tenía un viejo Ford, modelo “T”, pero ella dijo: “No es muy lejos la iglesia, vamos caminando”. Esto me alarmó y estaba seguro que algo había ocurrido. Fuimos a la iglesia pero ella no mencionó nada. Yo me encontraba tan nervioso esa noche que no escuché nada de lo que dijo el predicador. Uds. saben como una mujer puede mantenerlo a uno en suspenso.Después de salir de la iglesia, caminamos por la calle — era una noche alumbrada por la luna. Ella aún no mencionaba nada. Al fin llegué a la conclusión que ella no había recibido la carta. Esto me hizo sentir mejor. Pensé que de pronto la carta había sido extraviada por el cartero, y pronto me sentía tranquilo. Entonces ella volteó hacia mí, y dijo: “Billy, recibí tu carta”. Pensé dentro de mí, “¡Oh! ¿Ahora qué voy hacer”? Finalmente le dije: “¿L-l-la leíste”? Ella dijo: “Aja”. Me puse más nervioso que antes. Estábamos llegando cerca de la casa. Dije: “¿La leíste toda”? Ella dijo: “Aja”. Ahora habíamos llegado a los escalones. Me pregunté si ella me llevaría hasta donde estaba su madre. Rápidamente le dije: “¿Qué pensaste al respecto”? Ella respondió: “Todo bien”.Pues, no se la pedí a su madre, pero sabía que tendría que pedirla a uno de sus padres. Pensé entonces en pedirla a su papá, siendo que nos llevábamos bastante bien. Una noche me le acerqué mientras él estaba sentado en su auto Buick. Uds. recuerdan que yo tenía un Ford, modelo “T”. Así que le dije: “Vaya, qué buen auto tienes”. El respondió: “Sí, también tienes un buen Ford”. Entonces dije: “Pues—pues—pues...” El me miró y dijo: “Sí Bill, es tuya”. Pues, qué alivio fue eso. Pero dije: “Pero sabes que no le puedo ofrecer una vida como la que le brindas tú. Sabes que sólo me gano veinte centavos la hora cavando huecos. Pero haré todo a mi alcance por ella; le seré fiel y la amaré con todo mi corazón”. Y él puso su mano sobre mi cabeza y dijo: “Billy, prefiero que la tengas tú entre todos los que conozco, porque sé que serás bueno con ella, y la amarás”.Nos casamos y no creo que existiera un lugar en la tierra más alegre que nuestro pequeño hogar; era maravilloso. No teníamos muchos muebles en la casa—una cama plegable, un viejo tapete y un juego de mesa para desayunar, y una estufa vieja que compré de un negociante de chatarra y le puse las parrillas nuevas. Pero amigos, era un hogar, y yo prefiero vivir en una casucha pero con el favor de Dios, que vivir en la mejor casa que exista.

Todo marchó de maravilla. Mi esposa guardaba sus centavos para conseguirse un vestido de tela guinga. Yo me sentía tan bien cuando podía hacer algo por ella. Después de dos años un bebé llegó a nuestro hogar — el pequeño Billy Paul. Cuando por primera vez lo oí llorar en el hospital, me pareció saber que era un varoncito, y yo se lo entregué a Dios antes de siquiera verlo. 
ASISTE A CONVENCIÓN
DEL EVANGELIO COMPLETO
 Un poco después, yo había ahorrado suficiente dinero para comprar un equipo de pesca y me fui para el lago Pawpaw en Michigan por unos días. El dinero no me alcanzó para quedarme mucho tiempo, y tuve que regresar. En mi viaje de regreso, mientras cruzaba el río Mishawaka, vi un gran número de personas congregándose para una reunión. Me pregunté qué clase de personas eran y decidí entrar a la reunión. Fue allí que conocí lo que es Pentecostés.Me enteré que la gente se había reunido para una convención. Ellos eran muy demostrativos, y todo esto era algo nuevo para mí. Pero empezaron a cantar: “La sangre fue yo sé, la sangre fue yo sé”. Todos comenzaron a batir las manos y yo me hice la pregunta: “¿Qué clase de gente es esta”? De momento un obispo subió allá y comenzó a predicar acerca del bautismo del Espíritu Santo. Entre más predicaba más me convencía que quizás había algo en esto. Decidí que me quedaría hasta el día siguiente. No tenía dinero para una habitación de hotel, así que salí al campo y estacioné mi auto en una siembra de maíz esa noche y allí dormí. La mañana siguiente me levanté temprano y regresé a la iglesia. Yo había comprado unos panecillos y leche, para que así el dinero me durara. Cuando regresé a la iglesia, un gran número de personas ya se habían reunido para culto matutino.
Esa noche había un gran número de predicadores sentados en la plataforma. El líder dijo: “No disponemos del tiempo suficiente para escucharlos a todos predicar, así que le vamos a pedir a cada uno que se ponga de pie y nos dé su nombre”. Así que cuando llegaron a mí, me puse de pie y dije: “Evangelista William Branham”, y me senté.
Al día siguiente por la tarde, ellos tuvieron a un anciano de color que subió y predicó. El estaba bastante decrépito y yo me sorprendí un poco que hubieran escogido tal individuo para predicar ante esa gran congregación. El predicó del texto: “¿Dónde estaban cuando Yo fundé la tierra, cuando alababan todas las estrellas de la mañana”? Pues, ese anciano comenzó allá como diez millones de años antes que el mundo fuere formado. El habló de casi todo en el cielo, descendió por el arco iris horizontal y predicó acerca de todo en la Tierra hasta la Segunda Venida de Cristo. Para cuando ya había terminado él tenía tanta agilidad como un hombre joven. Por cierto, a medida que bajaba de la plataforma, dijo: “No tienen suficiente espació aquí para yo predicar”. Yo entendí que Dios había hecho algo por ese hombre que El no había hecho por mí. Cuando él comenzó a predicar sentí lástima por él, pero cuando terminó sentí lástima por mí mismo. Esta gente tenía algo que yo no tenía, y yo lo deseaba.Esa noche salí otra vez al campo de maíz y dormí. En la mañana, suponiendo que nadie me conocía, decidí que me pondría el viejo par de pantalones rayados. Mi otro par se había arrugado al usarlos como almohada. Este era el último día que me podía quedar siendo que solamente me quedaba suficiente dinero para comprar gasolina para llegar a casa. Regresé a la iglesia y cuando llegué la gente estaba cantando y gritando. Yo deseaba el bautismo del Espíritu Santo si Dios me lo concediera. 
SE LE PIDIÓ PREDICAR EN LA CONVENCIÓN
 El ministro encargado se levantó y dijo: “Acabamos de tener el servicio de testimonio dirigido por el predicador más joven. El ministro más joven que le sigue es William Branham de Jeffersonville”. El dijo: “Suba acá Reverendo Branham, si se encuentra en el edificio”. Pueden tener la certeza que esto me aterrorizó. Yo miré hacia abajo y vi mis pantalones rayados. Así que permanecí bien quieto. De hecho, yo nunca antes había visto un sistema de sonido electrónico, y realmente yo no quería pararme allá arriba y predicar delante de todos esos predicadores tan poderosos. De nuevo llamaron: “¿Conoce alguien el paradero del Reverendo Branham”? Yo simplemente me hundí más que antes en mi asiento. El llamado fue repetido nuevamente. El hombre de color sentado a mi lado se volvió hacia mí y dijo: “¿Conoce Ud. quién es”? Yo no podía mentir así que le dije: “Sí señor, yo lo conozco”. El dijo: “Vaya y tráigalo”. Yo dije: “Escuche, yo soy el Hermano Branham, pero tengo puestos estos pantalones rayados y yo no puedo subir a esa plataforma”. Pero el hombre de color dijo: “A esta gente poco le importa cómo esté Ud. vestido, lo que le interesa es lo que está en su corazón”. “Pues”, dije yo, “por favor no diga nada al respecto”. Pero él hombre de color no esperó más. El gritó en alto: “¡Aquí está! ¡Aquí está”! Mi corazón se desplomó; yo no sabía qué hacer. Pero la noche anterior estando en el campo de maíz yo había orado: “Señor, si estas son las personas que siempre he anhelado encontrar, que parecen ser tan felices y libres, dame Tú el favor ante ellos”. Bien, el Señor me dio favor para con ellos, pero no me gustó tener que pararme delante de esa multitud con esos pantalones rayados. Pero todos me estaban mirando y yo tenía que hacer algo. Así que subí allá a la plataforma. Mi rostro estaba rojo, y dándome la vuelta vi esos micrófonos, y dentro de mí pensé: “¿Qué serán esas cosas”? Oré: “Señor, si alguna vez has ayudado a alguien, ayúdame a mí ahora”.
Abrí mi Biblia y mis ojos cayeron en el versículo: “El hombre rico abrió los ojos, estando en el infierno”, y prediqué del texto, “Entonces él lloró”. “Allí no había Cristianos, y entonces él lloró. Allí no había iglesia, y él lloró. Allí no había flores, y él lloró. Allí no había Dios, y él lloró”. Yo había sido un predicador algo formal, pero a medida que yo predicaba algo se apoderó de mí y el poder de Dios descendió sobre la congregación.
HERMANOS LE PIDEN TENER AVIVAMIENTOS  
Después de terminar el servicio — el cual continuó como por dos horas — salí. Un predicador se me acercó. El era un individuo alto, con botas, y él se me acercó y se presentó. El dijo: “Soy de Texas y tengo una buena iglesia allá. ¿Qué tal si Ud. viene y nos predica por dos semanas”? Otro predicador de la Florida se me acercó y dijo: “¿Qué tal si vienes y predicas con nosotros”? Tomé un pedazo de papel y anoté sus nombres y direcciones, y en cuestión de minutos tenía suficientes avivamientos programados para durarme el resto del año. Pues, yo estaba muy feliz. Me subí en mi pequeño Ford, modelo “T” y viajé por todo Indiana. Cuando llegué a casa, mi esposa salió corriendo y me abrazó. Mirándome ella preguntó: “¿Por qué estás tan feliz”? Yo le dije: “He conocido el grupo de personas más feliz de toda mi vida. Ellos son verdaderamente felices, y ellos no se avergüenzan de su religión. De hecho, algo ha sucedido en mí desde ese encuentro. Esta gente me puso a predicar allá en su convención, y es más, he recibido varias invitaciones para predicar en sus iglesias”. Ahora, le dije yo: “¿Irás conmigo”? Ella respondió: “Cariño, yo he prometido ir contigo a donde sea, hasta que la muerte nos separe”. Dios bendiga su corazón tan leal.Así que decidí ir a contarle a mi mamá. Cuando llegué allí le dije: “Mamá tengo algo que contarte”. Entonces le conté de las invitaciones. Ella preguntó: “¿Qué vas a hacer respecto a dinero”? Nosotros solamente teníamos diecisiete dólares entre los dos, pero sentimos que el Señor supliría. Ella me abrazó y me bendijo, y aún continúa orando por mí. Ella dijo: “Hijo, nosotros antes teníamos esa clase de religión en nuestra iglesia años atrás, y yo sé que es real”. 
UNA DECISIÓN FATAL
 Y amigos, lo que ahora digo, que sea para la educación de todos Uds. Permitan que mis errores resulten en bendiciones para Uds. Amigos y parientes me aconsejaron en contra de aceptar lo que yo sabía era el llamado de Dios para mí. Algunos dijeron que la gente que había conocido en la convención era gente calificada como basura. Más adelante me enteré, y digo con toda reverencia, que los que eran llamados “basura” eran “lo mejor de la cosecha”. Me fue dicho que mi esposa tendría de comer un día y otro día no tendría nada. Otros me dijeron que era deber mío permanecer allí en Jeffersonville y cuidar de la obra. Yo les presté atención y por fin decidí en no ir. Poco sabía yo, o mis amigos en ese momento, que dentro de ocho meses el río Ohio se desbordaría y que mi familia estaría en medio de la tragedia de esa horrible inundación.Fue durante este tiempo que la unción de Dios que había venido sobre mí, me había dejado. Y eso nunca realmente volvió sino hasta cinco años más tarde. Mi iglesia, hasta ese momento venía creciendo prósperamente, pero ahora comenzó a decaer. Todo salió mal. Con mi iglesia decayendo, yo no sabía qué hacer. Entonces comenzó el período oscuro en mi vida, cuando ocurrió la inundación del río Ohio que se llevó tantas vidas, y fue responsable por la muerte de dos de los que yo más quería en todo el mundo. 

miércoles, 26 de marzo de 2014

El Polémico Libro De Las Siete Edades ¿Quién Lo Escribió?


  Una Exposición de las Siete Edades de la Iglesia
                                 ¿ Quien Escribió Este Libro ?
                                                  por Rebekah Smith

"Estoy escribiendo un libro, mi comentario
 sobre los primeros cuatro capítulos del Libro
 de Apocalipsis. Espero tenerlo listo ya pronto."
 William Branham,
12 de diciembre de 1964.
William Branham reconoció paternidad literaria de una sola obra mayor durante su vida: Una Exposición De Las Siete Edades De La Iglesia.
El predicó más de 1,100 sermones, sin embargo, la lista de los que fueron editados y publicados antes de 1966, ya sea en forma de folleto o libro, era una lista muy breve: '¿Le Teme Ud. Al Cáncer?', 'Así Como El Águila Revuelve Su Nido,'
'El undécimo Mandamiento,' 'Como El Ángel Vino A Mí,' 'Jesucristo El Mismo Ayer, Y Hoy, Y Por Todos Los Siglos,' y 'No Fui Desobediente A La Visión Celestial.' En aquel tiempo, el mayor volumen de material impreso respecto a William Branham se encontraba en las páginas de la revista, El Heraldo De Fe, en donde publicaban un sermón editado (a veces en forma por entregas) en casi cada número por 10 años. El sermón número 100, 'Un Mensaje Para Navidad,' fue publicado en diciembre de 1965.
La biografía por Gordon Lindsay, William Branham, Un Hombre Enviado De Dios, y el folleto, 'Sanidad Divina En Las Campañas De William Branham,' fueron escritas en colaboración con William Branham, una distinción en paternidad literaria que es agradable tanto para el tema como también para el escritor. William Branham recomendó mucho este libro y promovió su venta en las campañas de sanidad divina y también en su oficina. Un Profeta Visita Sur África, y Un Profeta Trae Su Mensaje (en dos volúmenes), por Julius Stadsklev, recibieron semejante acreditación y promoción.
Todas las obras mencionadas hasta aquí fueron compiladas y/o editadas por amigos y colaboradores en el ministerio, con la excepción del folleto, 'Jesucristo Es El Mismo Ayer, Y Hoy, Y Por Todos Los Siglos,' lo cual el Hermano Branham dictó a su esposa mientras ella lo escribía a mano. Gordon Lindsay, Anna Jeane Moore Price, Joseph Mattson-Boze, Julius Stadsklev, Leo Mercier y otros más, tomaron sobre sí la responsabilidad de presentar las palabras de William Branham al público a través de varias publicaciones.
Pero la unción estaba sobre el profeta para escribir un libro, y así como el Espíritu mandó a Juan en Apocalipsis 1:11, "...Escribe en un libro lo que ves..." el Espíritu Santo estaba imponiendo sobre William Branham el preparar un registro para todo el mundo.
Le dijo esto a su congregación: "Si yo digo esto y se llega a escribir después de que yo parta las palabras seguirán viviendo." [1]
Hoy, Una Exposición De Las Siete Edades De La Iglesia es un libro disponible, pero para muchos también es un libro cerrado. Los eventos que ocurrieron durante la publicación de esta obra autorizada, muchas veces han sido enfocados y analizados a través de los lentes oscuros de opinión humana, y en muchos lugares del mundo ya no es leída ni usada para instrucción, aun entre los mismos seguidores del ministerio de William Branham.
En este articulo, enfocaremos en los datos y en las controversias pertinentes a la publicación de este libro tan singular.
  LA PROPOSICIÓN
El día 4 de diciembre de 1960, todos los asientos del santuario estaban ocupados, y había gente parada hombro a hombro por las paredes del Tabernáculo Branham en Jeffersonville, Indiana. En la atmósfera había una chispa de anticipación mientras entonaban 'Sólo Creed' y el Hermano Branham caminó hacia el púlpito.
Al sentarse la congregación, él les declaró de inmediato el propósito de los ocho días de cultos que les quedaba por delante. El Espíritu Santo le había revelado que él habría de escribir un libro y enviarlo a todo el mundo, como un aviso y un recordatorio de que estamos al final del tiempo. [2]
Este comentario para el cual él se estaba preparando a escribir tendría que ver con las siete edades de la iglesia en el Libro de Apocalipsis. Por varias semanas él había investigado tales libros como Las Dos Babilonias por Hislop, El Libro De Los Mártires por Fox, Los Padres De Nicea Y Después De Nicea, Padres Antes de Nicea, La Historia Según Broadbent, Los Datos De Nuestra Fe, y muchos más, para poder fijar bien el fondo histórico para cada capítulo del libro. La inspiración, la cual produciría la revelación espiritual del tema, vendría por conducto del Espíritu Santo mientras él predicaba desde el púlpito de su iglesia. El sabía que la transcripción de estos mensajes inspirados servirían como la base para el libro que él había sido comisionado a escribir. [3]
El Hermano Branham había pasado los cuatro días antes del comienzo de la serie aislado en su estudio, buscando la mente del Señor, y en ese tiempo el Espíritu Santo le llamó la atención a muchos detalles históricos y espirituales de los cuales él no tenía previo conocimiento. Luego, por la mañana del 4 de diciembre, le predicó a su iglesia el primer mensaje de la serie, 'La Revelación De Jesucristo,' y durante los ocho días de cultos, él predicó un total de 23 horas. Con eso quedó bien colocado el fundamento para el libro que habría de escribir.
Fue un trabajo muy arduo el transcribir los 10 mensajes de los rollos de cinta de siete pulgadas en las cuales habían sido grabados. La Hermana Ruth Sumner de Tifton, Georgia, se dio por voluntaria para esta obra de mecanografía, y el día 4 de octubre de 1962, en el Tabernáculo en Jeffersonville, le entregó al Hermano Branham el manuscrito completo. Unos momentos después él pasó a la plataforma y le dio las gracias ante el público por su tremendo esfuerzo. [4]
Pasarían 13 meses más sin tomarse otro paso hacia el cumplimiento del libro. Pero el Hermano Branham tenía en mente un plan.
     EL MANUSCRITO
 
En 1948, cuando se editó el primer número de la revista, La Voz De Sanidad, una joven de diecinueve años desempeñó un papel muy importante en su publicación. Su nombre era Anna Jeanne Moore, la hija del Hermano Jack Moore, de Shreveport, Louisiana, siendo él un amigo íntimo y un asociado del Hermano Branham.
Los vivos recuerdos que Anna Jeanne aún preserva de aquel empuje inicial de las grandes campañas de sanidad divina, de las cuales ella formaba parte, nos muestran un punto de vista asombroso de la atmósfera en aquellos días tan sobresalientes:
"Había gente, gente, y más gente que le seguía [al Hermano Branham], y desde luego, yo lo relacionaba todo a los días de Cristo y como era que le habrán seguido a El. Me parece que Dios invistió en él esta fórmula maravillosa para atraer atención a Sí mismo, porque en realidad eso es lo que sucedió. De repente causó que la gente enfocara la atención en Dios. Habíamos estado viviendo una existencia tan ligada al sentido, como el conseguir un vestido nuevo para el próximo domingo, y en general manteniéndonos al tanto del mundo material. De repente parecía que ese mundo se desplomó. Era como si nos habíamos trasladado a los días de Jesucristo. Yo me comparaba a una de las seguidoras, como María o Marta, que estaba tan intrigada por la presencia de Dios en el hombre, que todas las demás cosas cayeron a los lados. Uno ni siquiera podía pensar en otras cosas. Y lo mismo sucedió con todas mis amigas y amigos. Dejaron sus trabajos, dejaron de estudiar en la universidad, era como si se habían desprendido de la vida, para aprovecharse de esta atmósfera tan hermosa de la cual uno podía gozar en estas reuniones." [5]
Ella también dejó sus estudios en la universidad para dedicarse a la publicación de la revista, un cargo que mantuvo por cuatro años, aprovechando de sus habilidades de una excelente escritora y eficiente gerente de oficina. La forma tan experta en que desempeñaba su trabajo, junto con su conducta tan ejemplar, fueron detalles que el Hermano Branham tomó en cuenta y apreció mucho. En su opinión, el éxito de La Voz De Sanidad se debía a la aptitud y la suficiencia de Anna Jeanne.
En 1963, Anna Jeanne y su esposo, Don Price, estaban viviendo en Dallas, Texas, en donde estaba establecido entonces la oficina de La Voz De Sanidad. Anna Jeanne tenía dos hijos pequeños y no disponía de suficiente tiempo para la revista, pero su esposo era entonces el gerente de la imprenta. Ambos se sorprendieron al recibir una llamada telefónica de la oficina del Hermano Branham, preguntando si ella tendría interés en editar un manuscrito largo que el Hermano Branham estaba preparando para publicar.
Aunque estaba segura de que sus responsabilidades de familia no le permitirían suficiente tiempo para tal proyecto, de todas maneras su alto concepto del Hermano Branham demandaba que cuando menos revisara el texto antes de llegar a una decisión final. El manuscrito textual, así como lo había hablado el Hermano Branham, fue colocado en sus manos a fines de noviembre de 1963, mientras ella asistía a una serie de cultos en la iglesia de su padre en Shreveport, Louisiana, donde estaba predicando el Hermano Branham.
Aunque tenía tremendo conocimiento del ministerio del Hermano Branham durante los años de las campañas de sanidad, Anna Jeanne Moore Price no estaba al tanto de las enseñanzas que llegaron a ser el énfasis principal durante los últimos años de su ministerio. Por lo tanto, mientras estudiaba el manuscrito, se dio cuenta de que su falta de conocimiento de los temas doctrinales allí contenidas le prohibirían seguir con el proyecto.
A la vez, había una segunda razón que prohibía su participación. La persona que le entregó el manuscrito en Shreveport le había instruido que únicamente se le permitía editar el manuscrito con respecto a la puntuación; el texto en sí tenía que permanecer literal. Tanto su inclinación natural como también su experiencia como editora resistían ante aun el pensamiento de que se publicara un texto que no haya sido corregido gramaticalmente. Lo raro es que nunca se le explicó que estas instrucciones procedían de la imaginación del enviado, y no del autor del libro.
Anna Jeanne quería decirle en persona, a su amigo, que ella no podría ayudarle con su libro. Juntamente con sus padres, ella viajó en avión a Birmingham, Alabama, en abril de 1964, para ver al Hermano Branham y entregarle el manuscrito que había tenido en su posesión por cinco meses. Ocho años después cuando fue entrevistada, ella misma dio estos detalles con respecto a aquella experiencia:
"Papá y yo fuimos al hotel donde estaba hospedado el Hermano Branham. Yo simplemente le quería decir en persona que mi sugerencia sería que le ayudara alguien de su propio grupo, alguien que podría viajar y estar cerca (porque para entonces tenía un número de personas que habían dejado sus hogares para seguirle). Le dije que yo no podía hacer eso, y ¿no sería mejor que alguien tomara cargo del escribir, alguien que estaría siempre cerca? Tal persona tendría el acceso diario, y podría decirle, 'Hermano Branham, aquí está una frase incompleta, ¿qué quiso Ud. decir aquí?'" [6] Ella nunca le expresó las dudas que tenía con respecto al hecho de que (según las instrucciones erradas que había recibido) el libro debiera imprimirse textualmente.
El Hermano Branham pareció confundido ante su rechazo de aceptar el proyecto, y ella sintió que le dolió profundamente. Unos momentos después comenzó a darse cuenta con qué seriedad dependía de ella para el trabajo de editar esta obra cuando dijo: "Anna Jeanne, pienso que olvidaré el libro por completo. Si deseas, simplemente puedes perder ese manuscrito." No pudiendo tomar un paso tan extremo como ese, se decidió buscar a un hombre que ella sabía era un amigo íntimo del Hermano Branham, y a la vez uno que ella sentía era calificado para el trabajo. Su nombre era Lee Vayle.
Según se acuerda el Hermano Vayle, "Un cierto día allá en Birmingham, Alabama, Anna Jeanne Price llegó a donde yo estaba y me dijo: 'Hermano Vayle, me molesta mucho que no puedo ayudarle al Hermano Branham con lo que me ha pedido. Ud. lo conoce y conoce lo que enseña. ¿Lo ayudará Ud.? ¿Qué tal si le entrego a Ud. este manuscrito?'
"Entonces fui con el Hermano Branham y le dije: 'Hermano Branham, Anna Jeanne me ha entregado este manuscrito, y si Ud. así lo desea, yo haré con esto lo que Ud. me diga. Yo lo arreglaré con gramática correcta.'
El dijo: '¿En verdad lo hará, Hermano Vayle?'
Le respondí: 'Absolutamente.'
Me dijo: 'Muchas gracias. Se lo agradezco.'
Yo le dije: 'Ud. me va a tener que ayudar, lo cual significa que Ud. tendrá que revisar todo lo que yo haga.' Él estuvo de acuerdo, y así fue como empezamos." [7]
   El ESCRIBIR
El Hermano y la Hermana Vayle alquilaron un pequeño apartamento en la ciudad de Beaumont, Texas, e inmediatamente comenzaron a preparar un bosquejo del material contenido en el manuscrito. Durante los tres años que habían pasado desde la predicación de "Las Siete Edades," el Hermano Branham había predicado otros mensajes muy claves, incluyendo la serie de "Los Siete Sellos." El Hermano Branham deseaba que mucho de ese material también se incorporara en el libro para que fuera lo más completo posible. Por lo tanto, una parte del trabajo del Hermano Vayle era de reconstruir el manuscrito original y 'ponerlo al día.'
Al terminar de escribir cada capítulo en máquina, las páginas fueron enviadas al Hermano Branham para que las corrigiera. Algunas personas tuvieron la oportunidad de tener una vista anticipada de este nuevo libro cuando el Hermano Branham les pidió que se lo leyeran en voz alta. Billy Paul y Rebekah pasaron horas innumerables con su padre, revisando y corrigiendo el manuscrito. Betty Collins Philips, hija del Hermano Willard Collins, y el Hermano Pearry Green, un ministro que en ese tiempo vivía en Texas, también le leyeron porciones en voz alta en algunas ocasiones. Cada persona que ayudó en este asunto recibió las mismas instrucciones: Lea despacio y claro; haga una pausa de algunos momentos al fin de cada párrafo. Muchas veces el Hermano Branham pedía que se le repitiera varias veces cierta frase, o cierto párrafo o hasta una página entera. Casi todas las correcciones fueron hechas en pluma, allí mismo en la página, o a la vuelta de la hoja mientras el Hermano Branham las dictaba; él pensaba que su letra sería muy difícil de entender. Las correcciones extensas fueron escritas en máquina, luego numeradas para indicar en donde debían ser insertadas.
Además, el Hermano Branham grabó en cinta varias horas de respuestas a las preguntas que el Hermano Vayle le había enviado para mejor aclarar ciertos puntos en el libro. Cuando menos en una ocasión, su respuesta prolongada fue anticipada por una nota personal para el Hermano Vayle: "Bien Hermano Lee, quiero que Ud. espigue a través de todo esto, porque como Ud. mismo sabe, Ud. es una persona bien intelectual, y Ud. sabe lo que le atraerá la atención a la gente intelectual. Si a Ud. le parece bien, escríbalo." [8]
Se escogieron las palabras correctas para un párrafo respecto a la predestinación durante una llamada telefónica de 45 minutos. Otra pregunta se resolvió un cierto día domingo por tarde, entre cultos, durante una discusión de cuatro horas y media en un hotel. La porción con respecto al Libro de la Vida del Cordero fue escrita después de que el Hermano Branham y el Hermano Vayle pasaron 11 días juntos en Tucson, trazando el tema.
Cuando le llegó el capítulo de La Edad de Pérgamo, el Hermano Branham se fue al desierto para leerlo. Se quedó con esas hojas por 30 días, revisando cada detalle para estar seguro de la base histórica que el Hermano Vayle había investigado y añadido al texto original.
Cuando el manuscrito nuevo fue terminado, entonces fue enviado a la gran imprenta de La Voz de Sanidad en Dallas, Texas, para la composición y la impresión del libro de pasta dura.
Sin la facilidad de las computadoras del día de hoy, el trabajo de revisión fue algo difícil y consumía mucho tiempo. Hubiera sido mucho más fácil para el Hermano Vayle si la obra de composición se hubiera hecho más próximo a donde él vivía. Sin embargo, el material se mandó por correo de su hogar en Beaumont a la imprenta en Dallas. De mucho más importancia que la inconveniencia era el hecho de que el Hermano Branham deseaba que el trabajo fuera hecho por alguien que él conocía y en quien tenía confianza, su amigo Gordon Lindsay, dueño de la compañía en Dallas.
En el primer tiraje se produjeron cinco mil ejemplares. Se diseño y se mandó a imprimir una sobrecubierta, pero al último momento se cancelo la orden, dejando que fuera un libro azul y muy sencillo. Las letras doradas en la portada declaraban que era Una Exposición De Las Siete Edades De La Iglesia por William Branham.
Mientras el libro todavía estaba en el taller de encuadernación, hablando desde el púlpito de la iglesia del Hermano Jack Moore, en Shreveport, Louisiana, el Hermano Branham declaró: "Uds. han visto en mi libro...todo estará bien trazado en Las Siete Edades De La Iglesia, lo cual El me dio; y al lado del cual me paro como testigo ante Dios para ser juzgado en el día del Juicio. Eso vino de Dios, no de mi propio pensar." [9]
Los primeros ejemplares del libro fueron entregados al Hermano Branham la noche del 4 de diciembre de 1965, en Yuma, Arizona, cuando hubo terminado de predicar 'El Rapto.'
     LAS INTERROGANTES.  Por varios meses antes de su distribución, habían circulado rumores de que existían errores graves en el libro Una Exposición De Las Siete Edades De La Iglesia. La duda que estaba creciendo entre el ministerio era de que quizá este libro era de Lee Vayle y no propiamente del Hermano I3ranham. Con la intención de calmar la tormenta que se estaba armando, el Hermano Branham indicó que habría algunos que estarían confundidos por algunas cosas que él dijo en el libro respecto a los dos libros de la Vida. Dio una breve definición, luego mencioné que más temprano ese mismo día había revisado detalladamente el tema con el Hermano Vayle y que había determinado que así como estaba escrito estaba correcto. [10]
Pero esa era solamente una de las interrogativas que se estaban voceando, y el debate continuó creciendo.
En Yuma, Billy Paul se disgustó con el libro al ver la primera página. En su opinión, la foto de su padre, que ocupaba la página entera, estaba estropeada por el hecho de que el dibujo en la próxima página se podía ver a través del papel. Por la frente del Hermano Branham se podían ver claramente algunas de las estrellas que representaban los mensajeros de las edades. Enojadamente se quejó: "¡Es increíble que Gordon Lindsay emplearía un papel de tan poco valor!"
El Hermano Branham tomó el libro y estudió de cerca la página. Por fin declaró: "Paul, Gordon Lindsay no tuvo nada que ver en el asunto. Aquí no hay ningún error; así es como debe ser." [11]
Un cierto Hermano a quien se le ofreció uno de los primeros libros, expresó claramente la duda que le molestaba: "Hermano Branham, he oído decir que el Hermano Vayle ha cometido errores doctrinales en este libro. ¿Es cierto eso?"
Sin responderle, el Hermano Branham se dirigió a Billy Paul y le dijo que no entregara ni un libro más hasta que él mismo hubiera leído el libro y hubiera hablado con el Hermano Vayle. "Llama a Lee, y dile que me vea en Tucson en una semana." [12]
En privado le hizo esta pregunta a un amigo: "¿Piensa Ud. que alguien hubiera insertado algo en mi libro antes de que fuera impreso?"
Al día siguiente, el Hermano Branham, Billy Paul, Rebekah, y su amiga Betty Collins, salieron de Yuma, viajando hacia Rialto, California, donde ya estaba programado el culto para esa noche. En el automóvil, mientras Billy Paul manejaba, las señoritas se turnaron en leer en voz alta de nuevo libro para el Hermano Branham. Betty recuerda que le pedía que leyera nuevamente varios párafos, y en más de una ocasión él decía: "¡ Eso está muy bien!" [13]
Al regresar a Tucson, el Hermano Branham pasó por la casa del Hermano Willard Collins, para que le revisara un problema que tenía con el carro. El Hermano Collins recuerda que al estar revisando el carro, él hizo mención del libro. "Dije: 'Hermano Branham, he oído que existen algunas cosas en el libro nuevo que no suenan exactamente bien.'
El dijo: '¿Qué cosas son?'
Dije: 'Pues, para comenzar, entiendo que individuos podrán llegar al Cielo sin haber nacido de nuevo.
El dijo: 'Eso no suena bien. Permíteme ir a casa y revisar eso y más tarde le llamaré.'
"Cuando él llamó yo no estaba y él habló con mi esposa. Le dijo a ella que me dijera a mí que el Libro De Las Siete Edades De La Iglesia era correcto. Más tarde lo vi y él me hablé de algunas cosas que me estaban molestando, y me enfatizó que el Libro De Las Edades era correcto. Yo entendí que cuando él me dijo 'El Libro De Las Edades es correcto,' que con eso él abarcaba todo el libro." [14]
El día 12 de diciembre de 1965; el Hermano Lee Vayle se encontró con el Hermano Branham en el hogar de Billy Paul, en Tucson, y juntos revisaron las porciones controversiales del libro, y de manera especial, las porciones que tenían que ver con el Libro de la Vida y el Libro de la Vida del Cordero, en donde se enfocaba la polémica.
Ya satisfecho, esa noche el Hermano Branham predicó el mensaje, Comunión, en el Tabernáculo de Tucson. Después del culto, en el estudio del Hermano Pearry Green, él firmó un cheque para pagar la deuda de la imprenta y dio orden que se distribuyeran los dos mil ejemplares del libro, los cuales ya había recibido. Él firmó aproximadamente 15 ejemplares para el ministerio.
   UNA NOTA PERSONAL
En cada año desde 1965 hasta 1989, la Asociación Evangelística de William Branham ha impreso 10 mil ejemplares de Una Exposición De Las Siete Edades De La Iglesia en inglés. En 1990 se imprimieron 30,000 ejemplares para suplir la necesidad por todo el mundo. [15] El libro ha sido traducido en más de doce idiomas.
Pero la controversia alrededor de este libro ha continuado, sin disminuir. Han habido repetidos esfuerzos para desacreditarlo, y en ciertas ocasiones, gente convencida de que el libro no era del Hermano Branham, han construido fogatas ardientes con ejemplares descartados. Yo considero estos hechos como una victoria para Satanás y una tragedia para los Creyentes.
En mi mente no hay ninguna duda de que Una Exposición De Las Siete Edades De La Iglesia es el libro de William Branham. Y conociendo, de primera mano, qué tanto él luchó para que se publicara, no puedo permanecer neutral con respecto a quién fue el autor. Si Ud. no lo ha hecho últimamente, le animo a que le dé otra mirada a este muy importante libro azul.
Dirigiéndose a su iglesia durante el tiempo de la composición del libro, el Hermano Branham se refirió al hecho de que un interrogante que había molestado al ministerio por muchos años ya pronto se resolvería en las páginas del Libro De Las Edades. Con excitación en su voz, dijo: "¡...pero esperen hasta recibir el libro! Entonces lo entenderán, si es que tienen Luz alguna." [16]

Testigos Presenciales De Los Hechos De Dios A Través De Un Profeta.

                
                   La Sanidad de la Hermana Smith

Y
El Milagro del Automóvil Studebaker

por
Gerald Cleveland



Deseo dar mi testimonio para el beneficio de los Santos de Dios a través de todo el mundo, de cómo creo que Dios preordenó un encuentro que tuve con el Hermano Branham allá en el año 1964.
 En aquel tiempo era muy difícil hablar con el Hermano Branham por razón de la mucha gente que lo buscaba. Pero en agosto de 1964 me entró un deseo ardiente de ir a Jeffersonville, Indiana. Traté de conseguir que me acompañara un amigo, porque él tenía un buen automóvil, y en cualquier otra ocasión  hubiera ido. Pero esta vez él no sentía deseos de ir. Me hizo la pregunta: "¿Sabes que el Hermano Branham va estar allí?"
 Dije: "No, no sé, pero tengo el deseo de ir y voy a ir."
 Era un viaje de 465 millas, y el único carro que tenía disponible era un Studebaker Champion, modelo 1950. Con un carro de catorce años de edad y el viaje siendo tan largo, no sé por qué aún tenía tantos deseos de ir. Pero sentía que mi carro podía ir y venir.
 Comencé a llamar para ver quienes más desearían ir conmigo. Tenía a mi hija, la cual era pequeña en aquel tiempo, y me la iba a llevar. Llamé al Hermano y la Hermana Smith, y me dijeron que sí gustarían de ir.  Entonces muy temprano al día siguiente, nos subimos al carro y viajamos hasta Jeffersonville, Indiana, llegando en la tarde del mismo día, el primero de agosto. Nos hospedamos en el Hotel Riverview, que estaba en las riberas del Río Ohio.
 Tenía conocimiento de un lugar llamado Beck's Grill, era un comedor y no quedaba muy lejos del hotel. Yo había comido allí anteriormente y me habla gustado, y decidimos ir allí a tomar algo.
 Ya era la tarde del día sábado, y cuando estábamos terminando con nuestro alimento en este lugar, el Hermano Smith me hizo señas y me dijo: "Mira, allí viene entrando el Hermano Branham."

Tenía puesto su sombrero y tuve que mirar otra vez para estar seguro de que era él. El Hermano Smith me dijo: "Hace quince días soñé al Hermano Branham, y lo vi con ese sombrero."
 Pues, Uds. se imaginan, era algo emocionante para nosotros. Yo había visto al Hermano Branham en el púlpito, pero nunca había tenido el privilegio de saludarlo o estrecharle la mano. Recogí las cuentas de la mesa, y dije: "Esta vez me voy a acercar lo suficiente como para estrecharle la mano."
 El había llamado por teléfono y sólo había pasado para recoger la orden. Llegué hasta donde estaba y dije: "Hermano Branham, quiero decirle que es un gran privilegio poder estrecharle la mano."
 Y mientras lo saludaba, él me preguntó: "¿Han venido Uds. para la reunión del día de mañana?"
 Dije: "Sí señor, a eso hemos venido."
 Yo tenía las cuentas en la mano izquierda, y sin saber cómo lo hizo, él extendió la mano y me las quitó, y dijo: "Estas cuentas las pago yo."
 Dije: "Hermano Branham, nosotros podemos pagarlas."
 El dijo: "No. Uds. son mis hijos."

En ese momento el Sr. Beck le entregó su orden. Con él estaba su hijo José, y los dos pasaron a la mesa donde estaban sentados el Hermano y la Hermana Smith. El Hermano Branham se quitó el sombrero y se inclinó hacia la Hermana Smith, como un genuino caballero de la parte sur de los Estados Unidos. Tiempo después la Hermana Smith dijo: "Una cosa sí puedo decir, que en toda mi vida he conocido cuando menos a un genuino caballero."
 El Hermano Branham se quedó parado allí junto a nuestra mesa por largo rato, y nos comenzó a hablar del Mensaje que Dios le había revelado respecto al futuro hogar de la Novia terrenal y el Novio celestial. Y nos comenzó a decir cosas que Dios le había mostrado al respecto.
Mientras estaba allí parado frente a nosotros, alzó las dos manos a la cabeza y dijo: "Le pregunté al Señor, 'Dios, ¿eres Tú o estoy perdiendo la mente?' Y el Señor me aseguró que era El."
Mientras que hablaba de las glorias de aquel lugar, yo me estaba llenando por dentro y comencé a llorar. Con las lágrimas corriendo por las mejillas, dije: "Hermano Branham, con todo eso que Ud. está diciendo me estoy volviendo muy nostálgico."
 Se me acercó, y con un brazo sobre mi hombro, me miró en los ojos y dijo: "Hermano, ya no falta mucho. Estamos en el último trecho de la carrera.
Al día siguiente fuimos al Tabernáculo, y él predicó el mensaje: El Futuro Hogar De La Novia Terrenal Y El Novio Celestial.

Cuando salimos del culto ese día, me subí al carro y pisé el freno, pero no tenía nada de freno. Pisé el pedal repetidamente y parecía que tenía un poquito de freno, entonces encendí el motor y nos dirigimos a la gasolinera más cercana. Apenas pude parar el carro y le dije al señor que los frenos me estaban fallando. El revisó el cilindro principal, y estaba seco. Lo llenó, y luego se puso a revisar el cilindro en cada rueda. El cilindro de la rueda trasera del lado derecho estaba botando el líquido. Me dijo:
Le pregunté: '¿Ud. me lo puede arreglar? Tenemos un viaje largo por delante y la Hermana Smith viene enferma. Me urge llevarla a casa." Ella había estado sufriendo con una condición de los riñones, y estaba muy pálida. Yo estaba preocupado por ella.
 El mecánico me dijo que por ser día domingo, él no podía hacer la reparación sino hasta el día siguiente, pero me sugirió que quizás al comprar varias latitas del líquido para los frenos así podía añadirle a medida que se iba gastando.
 Me acuerdo que a ese hombre le compré cuatro latas de líquido para frenos, marca Inland, y salimos. Habíamos recogido otro pasajero, el Hermano Coggins, el cual era un antiguo ministro del Evangelio. El había estado en la reunión y estaba buscando cómo regresar a casa.
 Cruzamos el Río Ohio y les dije a todos que nos íbamos a parar en el primer restaurante, para gozar de una buena comida. Les dije que comieran lo suficiente porque no quería parar más hasta llegar a casa.
 Nos paramos en un cierto lugar y entramos y pedimos la comida. Cuando terminamos de comer, recogí las cuentas y me acerqué a la caja para pagar y luego irnos. Y por otra parte del restaurante salió el Hermano Branham.
 Llegó hasta donde yo estaba y dijo: "¡Qué coincidencia encontrarme con Uds. nuevamente!"
 Entonces le dije: "Hermano Branham, tenemos problemas."
 Dijo: "¿Así es?"

Dije: "Sí señor. En el carro tengo un cilindro del freno muy malo, y no hay reparación sino hasta mañana. La Hermana Smith está enferma y nos urge llegar a casa. Es un camino muy largo y tenemos algunos cerros que cruzar."
 No se puso a orar. Sólo se detuvo por un instante, luego me miró y dijo: "Tengan mucho cuidado, y sigan por su camino. Todo estará bien."
 Me acuerdo que le tocó a la Hermana Smith en el hombro y le dijo: "Regrese a su hogar, Ud. estará bien." Nos subimos al carro y emprendimos el viaje. Le pregunté a la Hermana Smith: "¿Cómo se siente Ud.?"
 Me respondió: "¡Nunca en mi vida he sentido mejor!" La miré, y tenía su color normal. Unos momentos antes estaba pálida y sudando, y estaba enferma con dolores.

Ahora, la gente puede decir lo que guste al respecto, pero aquí está lo que creo yo. Uds. han leído de la creación de las ardillas; han leído de cuando se le devolvió la vida al pez; han leído de la Hermana Hattie Wright Mosier, y lo que ocurrió en su hogar. Esa fue la Palabra Hablada, y muchos se han referido a esos ejemplos como la Tercera Etapa. Pero quiero decir que yo creo que nosotros también hemos sido hechos beneficiarios de la Palabra Hablada. El Hermano Branham no oró a Dios a favor nuestro. Simplemente nos dijo qué debiéramos hacer, y a medida que obedecimos lo que él nos dijo, las cosas comenzaron a acontecer en nuestras vidas.

Seguimos por la carretera, gozosos por la sanidad de nuestra Hermana Smith. Al rato se puso oscuro, y estábamos cruzando las Montañas Smokey, saliendo de Tennessee y entrando a Carolina del Norte, allí por la reserva de los Indios Cherokee. Por esa parte de la carretera está una bajada muy larga, y por alguna razón yo ni había pensado en los frenos hasta entonces, y me di cuenta que no me había parado para añadir el líquido al cilindro principal. Había cruzado ese cerro varias veces y sabía que el camino estaba empinado y largo. De vez en cuando tocaba el freno, y estaba bien, muy bien. Cuando casi llegamos hasta abajo, les dije a los demás: "No le he añadido ni una sola gota de líquido al cilindro desde que salimos del restaurante, y el freno está igual a como si estuviera nuevo."
 Entonces nos dimos cuenta de que el Señor también había sanado el automóvil, habiendo parado el derrame del liquido por aquel cilindro quebrado. Nos regocijamos por todo el camino hasta llegar a casa. Estábamos tan contentos al darnos cuenta de que Dios había obrado un milagro tan maravilloso.
 Me quedé con ese carro por algunos años, y por todo el tiempo que lo tuve, nunca tuve que reparar ese cilindro del freno. Tampoco le tuve que añadir líquido al cilindro principal. Dios es un Dios maravilloso.

Espero que este testimonio sea una bendición para alguien en alguna parte, para hacerles saber que Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por todos los siglos. Yo pienso mucho en lo que el Hermano Branham dijo aquel día, parado allí en Beck's Grill, cuando se puso las manos en la cabeza y dijo que le había consultado a Dios que le mostrara si era El, o si estaba perdiendo la mente. Luego me pongo a escuchar el mensaje El Futuro Hogar De La Novia Terrenal Y El Novio Celestial, y sé que es una revelación de Dios Todopoderoso. Dios bajó, y para el beneficio de Su Novia, nos permitió ver un poco de cómo es de aquel lado. Que el Señor les bendiga.
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