lunes, 24 de marzo de 2014

Biografía Del Ministerio Del Profeta Del Tiempo Del FÍN 6

William Branham Un Hombre Enviado De Dios

               Capítulo 4   La Conversión de William Branham

William Branham, el muchacho, aunque había recibido estas notables manifestaciones de la providencia Divina en su vida, sin embargo, aún no había sido convertido. Por un tiempo él aún resistía ese llamado. A la edad de catorce años él fue seriamente herido mientras cazaba y tuvo que pasar siete meses en el hospital. Dios lidió con él pero aún él no prestaba atención. No obstante, la urgencia de este llamado comenzó a serle más y más evidente. Siendo que sus padres no eran Cristianos él no recibió nada de ánimo ahí, y a medida que crecía, el enemigo intentaba que él callara esa pequeña suave voz apacible que siempre le hablaba a su corazón.
                                                                     
                                                      PARTE PARA EL OESTE

Cuando el joven llegó a la edad de los 19 años, él decidió que iría al oeste para trabajar en un rancho. Una mañana en septiembre del año 1927, él le dijo a su madre que iba para unos días de campo a Tunnel Mill, un lugar aproximadamente a catorce millas al norte de Jeffersonville. El le dijo esto porque sabía que si su madre se enteraba de sus planes de ir al oeste, ella le rogaría que no hiciera el viaje. Pero cuando su madre oyó nuevamente de él, en vez de estar en Tunnel Mill, él estaba allá lejos en Phoenix, Arizona. En realidad, en el fondo en su corazón él sabía que huía de Dios. El disfrutó de la vida en el rancho por un tiempo y de la novedad del oeste, pero como todos los demás placeres del mundo, pronto dejó de ser novedoso.De sus experiencias en el oeste y del llamado de Dios que continuamente estaba sobre su corazón, él dice:



“Muchas veces he oído el viento soplar por los enormes pinos. Parecía como si yo pudiera oír Su voz llamando allá en el bosque, diciendo: ‘Adán, ¿dónde estás’? Las estrellas parecían estar tan cerca que uno las podía agarrar con las manos. Dios parecía estar muy cerca”.




“Algo que recuerdo muy bien acerca de esa región son los caminos en el desierto. Si uno se sale del camino se perderá fácilmente. A veces los turistas ven pequeñas flores en el desierto y se salen del camino para recogerlas. Ellos se extravían en el desierto y se pierden, y muchas veces mueren de sed. Asimismo es en el caminar Cristiano—Dios tiene un camino. El habla de eso en Isaías, el capítulo 35; es llamado “Camino de Santidad”. Muchas veces pequeños placeres del mundo lo atraen a uno fuera del camino; entonces habrá perdido su experiencia con Dios. En el desierto, cuando uno está perdido, a veces le aparece allí un espejismo. Para aquellos muriendo de sed, el espejismo será un río o un lago. La gente corre tras eso y cae allí, sólo para encontrar que se está bañando en arena caliente. A veces el diablo les muestra algo que él dice ser un buen tiempo. Eso solamente es un espejismo; es algo que no es real. Si Ud. le presta atención se encontrará cosechando tristezas en su cabeza. No oiga eso estimado amigo. Créale a Jesús, el cual le da del agua de vida a los que tienen hambre y sed”.

                                                      UNA NOTICIA TRISTE
Un día el joven recibió una carta desde su casa informándole que uno de sus hermanos estaba muy enfermo. Era Edward, el que le seguía a él en edad. El no creyó que la enfermedad era seria y pensó que todo saldría bien. Sin embargo, cierta tarde, unos días después, él regresaba al rancho viniendo de la ciudad, y cuando pasaba por el comedor, le fue entregado un mensaje que leía: “Bill, ven al prado del norte. Sumamente importante”. Inmediatamente él se dirigió al prado y la primera persona con que se encontró fue un llanero solitario anciano que llamaban “Pop”. El tenía una expresión muy triste en su rostro y dijo: “Billy, muchacho, te tengo noticias tristes”. En ese instante el capataz se acercó. Ellos le informaron que su hermano, Edward, había muerto.Uds. pueden imaginarse el impacto que esto tuvo sobre el muchacho a medida que él se daba cuenta que jamás volvería a ver a su hermano con vida en este mundo. Los eventos comenzaron a transcurrir rápidamente de allí en adelante. Cada vez que él resistía a Dios, tragedia o tristeza de alguna forma llegaba a él. Cuando él se rendía y le obedecía a Dios, el Señor lo bendecía y lo prosperaba. Sin duda, esa misma lección tiene que ser aprendida por toda persona. Es preferible que todos pudiéramos aprender por el sufrimiento de otros, en vez que por nuestras propias experiencias amargas.De nuevo regresamos al Hermano Branham para que nos relate el efecto de estas noticias en él, de su triste viaje a casa, y de los eventos que siguieron, que finalmente resultaron en su conversión a Cristo:
* * * * *
Cuando me enteré de la noticia de la muerte de mi hermano, por un momento quedé inmóvil. Esa era la primera muerte en nuestra familia. Pero quiero mencionar que lo primero en que pensé fue, si él estuvo preparado para morir. Dándome la vuelta y mirando sobre la pradera dorada, lagrimas corrían por mis mejillas. Yo recordé cómo habíamos sufrido juntos cuando éramos niños y lo difícil que había sido para nosotros. Asistimos a la escuela con escasamente lo suficiente para almorzar. Los dedos de los pies saliendo de los zapatos, y nos tocaba usar abrigos viejos, cerrados hasta el cuello por no tener camisas. Cuánto recuerdo también que un día mamá nos tenía palomitas de maíz en una pequeña cubeta para el almuerzo. Nosotros no comíamos con los demás niños. No podíamos comprar comida como la de ellos. Nosotros siempre nos íbamos al otro lado de la colina para comer. Recuerdo que el día que llevábamos palomitas de maíz pensábamos que era un verdadero deleite. Así que para asegurar obtener mi justa porción, salí antes del medio día y tomé un buen puñado antes que mi hermano tomara su porción.Parado allí, mirando sobre esa pradera dorada por el sol, recordé todas esas cosas y me pregunté si Dios se lo habría llevado a un mejor lugar. Entonces de nuevo Dios me llamó, pero como de costumbre yo intenté resistirlo.Hice los preparativos para regresar a casa para el funeral. Cuando el Reverendo McKinney, de la iglesia de Port Fulton, un hombre que es como un padre para mí, predicó en su funeral, él mencionó que quizás “Habrá algunos que no conocen a Dios; de ser así, acéptenle ahora”. Oh, cuánto me aferré a mi asiento; Dios lidiaba conmigo nuevamente. Estimado lector, cuando El llame, respóndale.Nunca olvidaré como mi pobre papá y mamá lloraron después del funeral. Yo quería regresar al oeste pero mamá me rogó tanto que me quedara que finalmente acordé, si lograba encontrar empleo. Rápidamente encontré un empleo con la Compañía de Servicios Públicos de Indiana. 
ENFERMEDAD
Como dos años después, mientras probaba medidores en el taller de medidores en la Compañía Gas Works en New Albany, me asfixié con el gas, y por semanas sufrí con eso. Fui a todos los médicos que conocía. Yo no lograba encontrar alivio. Sufrí de acidez estomacal causado por los efectos del gas. Eso empeoró más con el tiempo. Fui llevado a especialistas en Louisville, Kentucky. Finalmente ellos dijeron que era mi apéndice y dijeron que necesitaría de una operación. Yo no lo creía puesto que nunca había tenido un dolor en el costado. Los médicos dijeron que no podían hacer más por mí hasta no tener la operación. Por fin acepté tenerla, pero insistí que usaran anestesia local para yo poder observar la operación.Quería que alguien estuviera a mi lado que conociera a Dios. Yo creía en la oración pero no podía orar. Así que el ministro de la Primera Iglesia Bautista me acompañó en la sala de operación. Cuando me llevaron de la mesa a mi cama sentí que me debilitaba más y más con cada momento. Mi corazón escasamente latía. Yo sentí la muerte encima. La respiración se me acortaba con cada momento. Yo sabía que había llegado al fin de mi camino. Oh, amigo, espere que Ud. llegue allí, entonces recordará muchas cosas que ha hecho. Sabía que nunca había fumado, bebido, ni había tenido hábitos impuros, pero yo sabía que no estaba preparado para encontrarme con mi Dios.Si Ud. tan sólo es un miembro de iglesia, frío y formal, Ud. sabrá cuando llegue al final, que no está preparado. Así que si eso es todo lo que Ud. sabe en cuanto a Dios, yo le imploro aquí mismo que se ponga de rodillas y le pida a Jesús que le dé la experiencia de nacer de nuevo, así como El le dijo a Nicodemo en Juan, el capítulo 3, y, oh, las campanas de gozo sonarán —Alabado sea Su nombre. 
DIOS HABLA EN LA
HABITACIÓN DEL HOSPITAL
Se tornó oscuro en la habitación del hospital, como si fuera un gran bosque. Yo podía escuchar el viento soplar por entre las hojas, sin embargo, parecía allá lejos en el bosque. Probablemente Uds. han escuchado el sonido de las hojas causado por el viento, acercándoseles más y más. Yo pensé: “Pues, esa es la muerte que viene a llevarme”. ¡Oh! Mi alma estaba a punto de encontrarse con Dios; intenté orar mas no pude.El viento se acercó, haciendo más y más ruido. Las hojas se agitaron y de repente desaparecí. Me pareció entonces que otra vez yo era un niño descalzo, parado allí en ese camino debajo del mismo árbol. Oí esa misma voz que dijo: “Nunca bebas ni fumes”. Y las hojas que escuché eran las mismas que fueron agitadas en ese árbol aquel día. Pero esta vez la voz dijo: “Yo te llamé y no quisiste ir”. Las palabras fueron repetidas por tercera vez. Yo entonces dije: “Señor, si eres Tú, permíteme otra vez regresar a la Tierra y predicaré Tu Evangelio desde los techos de las casas y las esquinas. ¡Se lo contaré a todos”!Cuando esta visión hubo pasado, encontré que me sentía mejor. El cirujano aún estaba en el edificio. El vino y me revisó y se sorprendió. El me miró como si pensara que me encontraría muerto; él entonces dijo: “Yo no soy un hombre que asiste a la iglesia, por ser tantos mis pacientes, pero sé que Dios ha visitado a este muchacho”. Por qué haya dicho eso, no lo sé. Nadie había mencionado nada al respecto. Si yo hubiera sabido entonces lo que ahora sé, me hubiera levantado de esa cama proclamando alabanzas a Su Nombre. Después de unos días, se me permitió regresar a casa, pero aún estaba enfermo y fui obligado a usar anteojos por causa del astigmatismo. La cabeza se me estremecía cuando miraba algo por un momento. 
CONVERSIÓN Y LLAMAMIENTO
 Comencé a buscar y hallar a Dios. Pasé de iglesia en iglesia procurando hallar algún lugar donde hubiera un llamamiento al altar a lo antiguo. Lo triste es que no lo pude hallar.Una noche tuve tanta hambre de Dios y de una experiencia real, que me dirigí a una pequeña bodega que teníamos atrás de la casa e intenté orar. Yo no sabía cómo orar en ese entonces por lo cual comencé a hablarle a El como lo haría con cualquier otro. De repente entró una luz en la bodega y formó una cruz, y la voz desde la cruz me habló en un idioma que yo no entendía. Entonces desapareció. Yo quedé fascinado. Cuando volví en sí, oré: “Señor, si ese eras Tú, por favor ven y háblame otra vez”. Yo venía leyendo mi Biblia desde que volví a casa del hospital y había leído en Primera de Juan 4: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios”.Yo sabía que algo me había aparecido, y mientras oraba eso apareció de nuevo. Entonces noté como si mil libras habían sido levantadas de mi alma. Yo salté y corrí a la casa y me pareció que corría sobre el aire. Mamá preguntó: “Bill, ¿qué te ha sucedido”? Yo respondí: “Yo no sé pero verdaderamente me siento bien y liviano”. No pude permanecer más en la casa, tuve que salir a correr.Yo sabía que si Dios deseaba que yo predicara El me sanaría, así que fui a una iglesia que creía en ungir con aceite, y fui sanado instantáneamente. Pude ver entonces que los discípulos tenían algo que la mayoría de los ministros no poseen hoy. Los discípulos fueron bautizados con el Espíritu Santo y por eso podían sanar enfermos y hacer milagros poderosos en Su Nombre. Así fue que empecé a orar por el bautismo del Espíritu Santo. Un día como seis meses después, Dios me concedió el deseo de mi corazón. El me habló en una gran luz, diciéndome que predicara y orara por los enfermos y El los sanaría sin importar la enfermedad que padecieran. Yo entonces comencé a predicar y hacer lo que El me decía que hiciera.De vez en cuando la gente me ha preguntado si yo he recibido el Bautismo del Espíritu Santo. Esta siempre me ha parecido una pregunta algo extraña. Pues es imposible que cualquier don del Espíritu Santo funcione libremente, a no ser que el individuo que posee el don haya también recibido al Dador. 
William Branham Un Hombre Enviado De Dios

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