sábado, 29 de marzo de 2014

El Ministerio Profético Más Grande Del Tiempo Del Fin. (7)

       
  William Branham Un Hombre Enviado De Dios

                                                                            


      Un Matrimonio Feliz y Una Decisión Fatal
 Tras su conversión y llamamiento al ministerio, comenzó un periodo feliz en su vida cuando la bendición de Dios posaba sobre el joven, y todo parecía marchar en orden. El dio inicio a una reunión de carpa en su propia ciudad de Jeffersonville, y para un predicador joven de veinticuatro años de edad, apenas entrando en el ministerio, la campaña fue de un éxito asombroso. Fue calculado que hasta tres mil asistieron a un solo servicio, y grandes números se convirtieron. En el servicio bautismal que siguió el avivamiento, unas 130 personas fueron bautizadas en agua. Fue en esta ocasión que una luz celestial apareció sobre él cuando estaba para bautizar la persona diecisiete. Esto fue presenciado por la gran congregación que estuvo observando, en la ribera del río Ohio.

Ese otoño la gente de Jeffersonville que había asistido a sus reuniones le construyó un tabernáculo, el cual hasta el día de hoy tiene el nombre de “Tabernáculo Branham”. Los próximos años fueron un tiempo muy fructífero en el cual la bendición de Dios posó sobre él, y él recibió varias visiones de cosas que no comprendió plenamente hasta años más tarde, cuando una revelación más amplia de la voluntad de Dios para su vida le fue dada a conocer. 
CASAMIENTO
 Fue durante estos años que él conoció una excelente muchacha Cristiana, cuyo nombre era Hope Brumback. Tras algunos meses de noviazgo, la muchacha aceptó la propuesta de William Branham y se celebró el matrimonio. Dejaremos que él narre en su estilo simple, siempre dramático que él ha usado desde el púlpito, la historia de su timidez, la propuesta por carta, su casamiento, y los eventos que siguieron:
* * * * *
Yo era apenas un muchacho del campo y muy tímido. Considerando lo tímido que era, probablemente Uds. se preguntarán cómo fue que me casé.Yo conocí una buena muchacha Cristiana. Consideré que era maravillosa. La norma mía para una mujer requería de una que no bebía ni fumaba cigarrillos. Era difícil encontrar tal muchacha en ese entonces y ahora es peor que nunca. Yo amaba esta muchacha y quería casarme con ella, pero no tenía suficiente valor para proponérselo. Ella era una muchacha demasiado buena para perder su tiempo conmigo — ella encontraría alguien más; supe entonces que tenía que proponerle pronto. Yo apenas ganaba veinte centavos por hora y su padre ganaba cientos de dólares al mes. Cada noche cuando la veía, yo me decía: “Voy a proponerle esta noche”. Pero entonces se me hacía un gran nudo en la garganta y sencillamente no lo podía hacer. Yo no sabía qué hacer. ¿Saben lo que finalmente hice? Le escribí una carta para hacerle la pregunta.Pues, aquella carta tenía un poquito más de romance que “Estimada señorita”. Yo hice lo mejor que pude para escribir una buena carta, aunque estoy seguro que no fue muy buena. Así que por la mañana me preparé para dejar la carta en el buzón. Entonces se me ocurrió el pensamiento de lo que sucedería si su madre llegara a interceptarla. Sin embargo, temía entregársela personalmente. Por fin tuve el valor suficiente para ponerla en el buzón el lunes en la mañana. El miércoles en la noche me encontraría con ella y la llevaría a la iglesia. La semana entera hasta el miércoles estuve muy nervioso. El miércoles en la noche fui a verla. Mientras iba, pensé en lo que sucedería si su madre salía y decía: “¡William Branham”! Yo sabía que me podía llevar bien con la muchacha, pero no estaba tan seguro de la madre.Por fin llegué a la puerta y pregunté por Hope [Esperanza], el nombre de la muchacha. Ella vino a la puerta y dijo: “¿Deseas entrar”? Yo le dije: “Si no te incomoda esperaré en el porche”. Yo me cercioré que no me hicieran pasar. Ella dijo: “Muy bien, estaré lista en unos minutos”.Yo tenía un viejo Ford, modelo “T”, pero ella dijo: “No es muy lejos la iglesia, vamos caminando”. Esto me alarmó y estaba seguro que algo había ocurrido. Fuimos a la iglesia pero ella no mencionó nada. Yo me encontraba tan nervioso esa noche que no escuché nada de lo que dijo el predicador. Uds. saben como una mujer puede mantenerlo a uno en suspenso.Después de salir de la iglesia, caminamos por la calle — era una noche alumbrada por la luna. Ella aún no mencionaba nada. Al fin llegué a la conclusión que ella no había recibido la carta. Esto me hizo sentir mejor. Pensé que de pronto la carta había sido extraviada por el cartero, y pronto me sentía tranquilo. Entonces ella volteó hacia mí, y dijo: “Billy, recibí tu carta”. Pensé dentro de mí, “¡Oh! ¿Ahora qué voy hacer”? Finalmente le dije: “¿L-l-la leíste”? Ella dijo: “Aja”. Me puse más nervioso que antes. Estábamos llegando cerca de la casa. Dije: “¿La leíste toda”? Ella dijo: “Aja”. Ahora habíamos llegado a los escalones. Me pregunté si ella me llevaría hasta donde estaba su madre. Rápidamente le dije: “¿Qué pensaste al respecto”? Ella respondió: “Todo bien”.Pues, no se la pedí a su madre, pero sabía que tendría que pedirla a uno de sus padres. Pensé entonces en pedirla a su papá, siendo que nos llevábamos bastante bien. Una noche me le acerqué mientras él estaba sentado en su auto Buick. Uds. recuerdan que yo tenía un Ford, modelo “T”. Así que le dije: “Vaya, qué buen auto tienes”. El respondió: “Sí, también tienes un buen Ford”. Entonces dije: “Pues—pues—pues...” El me miró y dijo: “Sí Bill, es tuya”. Pues, qué alivio fue eso. Pero dije: “Pero sabes que no le puedo ofrecer una vida como la que le brindas tú. Sabes que sólo me gano veinte centavos la hora cavando huecos. Pero haré todo a mi alcance por ella; le seré fiel y la amaré con todo mi corazón”. Y él puso su mano sobre mi cabeza y dijo: “Billy, prefiero que la tengas tú entre todos los que conozco, porque sé que serás bueno con ella, y la amarás”.Nos casamos y no creo que existiera un lugar en la tierra más alegre que nuestro pequeño hogar; era maravilloso. No teníamos muchos muebles en la casa—una cama plegable, un viejo tapete y un juego de mesa para desayunar, y una estufa vieja que compré de un negociante de chatarra y le puse las parrillas nuevas. Pero amigos, era un hogar, y yo prefiero vivir en una casucha pero con el favor de Dios, que vivir en la mejor casa que exista.

Todo marchó de maravilla. Mi esposa guardaba sus centavos para conseguirse un vestido de tela guinga. Yo me sentía tan bien cuando podía hacer algo por ella. Después de dos años un bebé llegó a nuestro hogar — el pequeño Billy Paul. Cuando por primera vez lo oí llorar en el hospital, me pareció saber que era un varoncito, y yo se lo entregué a Dios antes de siquiera verlo. 
ASISTE A CONVENCIÓN
DEL EVANGELIO COMPLETO
 Un poco después, yo había ahorrado suficiente dinero para comprar un equipo de pesca y me fui para el lago Pawpaw en Michigan por unos días. El dinero no me alcanzó para quedarme mucho tiempo, y tuve que regresar. En mi viaje de regreso, mientras cruzaba el río Mishawaka, vi un gran número de personas congregándose para una reunión. Me pregunté qué clase de personas eran y decidí entrar a la reunión. Fue allí que conocí lo que es Pentecostés.Me enteré que la gente se había reunido para una convención. Ellos eran muy demostrativos, y todo esto era algo nuevo para mí. Pero empezaron a cantar: “La sangre fue yo sé, la sangre fue yo sé”. Todos comenzaron a batir las manos y yo me hice la pregunta: “¿Qué clase de gente es esta”? De momento un obispo subió allá y comenzó a predicar acerca del bautismo del Espíritu Santo. Entre más predicaba más me convencía que quizás había algo en esto. Decidí que me quedaría hasta el día siguiente. No tenía dinero para una habitación de hotel, así que salí al campo y estacioné mi auto en una siembra de maíz esa noche y allí dormí. La mañana siguiente me levanté temprano y regresé a la iglesia. Yo había comprado unos panecillos y leche, para que así el dinero me durara. Cuando regresé a la iglesia, un gran número de personas ya se habían reunido para culto matutino.
Esa noche había un gran número de predicadores sentados en la plataforma. El líder dijo: “No disponemos del tiempo suficiente para escucharlos a todos predicar, así que le vamos a pedir a cada uno que se ponga de pie y nos dé su nombre”. Así que cuando llegaron a mí, me puse de pie y dije: “Evangelista William Branham”, y me senté.
Al día siguiente por la tarde, ellos tuvieron a un anciano de color que subió y predicó. El estaba bastante decrépito y yo me sorprendí un poco que hubieran escogido tal individuo para predicar ante esa gran congregación. El predicó del texto: “¿Dónde estaban cuando Yo fundé la tierra, cuando alababan todas las estrellas de la mañana”? Pues, ese anciano comenzó allá como diez millones de años antes que el mundo fuere formado. El habló de casi todo en el cielo, descendió por el arco iris horizontal y predicó acerca de todo en la Tierra hasta la Segunda Venida de Cristo. Para cuando ya había terminado él tenía tanta agilidad como un hombre joven. Por cierto, a medida que bajaba de la plataforma, dijo: “No tienen suficiente espació aquí para yo predicar”. Yo entendí que Dios había hecho algo por ese hombre que El no había hecho por mí. Cuando él comenzó a predicar sentí lástima por él, pero cuando terminó sentí lástima por mí mismo. Esta gente tenía algo que yo no tenía, y yo lo deseaba.Esa noche salí otra vez al campo de maíz y dormí. En la mañana, suponiendo que nadie me conocía, decidí que me pondría el viejo par de pantalones rayados. Mi otro par se había arrugado al usarlos como almohada. Este era el último día que me podía quedar siendo que solamente me quedaba suficiente dinero para comprar gasolina para llegar a casa. Regresé a la iglesia y cuando llegué la gente estaba cantando y gritando. Yo deseaba el bautismo del Espíritu Santo si Dios me lo concediera. 
SE LE PIDIÓ PREDICAR EN LA CONVENCIÓN
 El ministro encargado se levantó y dijo: “Acabamos de tener el servicio de testimonio dirigido por el predicador más joven. El ministro más joven que le sigue es William Branham de Jeffersonville”. El dijo: “Suba acá Reverendo Branham, si se encuentra en el edificio”. Pueden tener la certeza que esto me aterrorizó. Yo miré hacia abajo y vi mis pantalones rayados. Así que permanecí bien quieto. De hecho, yo nunca antes había visto un sistema de sonido electrónico, y realmente yo no quería pararme allá arriba y predicar delante de todos esos predicadores tan poderosos. De nuevo llamaron: “¿Conoce alguien el paradero del Reverendo Branham”? Yo simplemente me hundí más que antes en mi asiento. El llamado fue repetido nuevamente. El hombre de color sentado a mi lado se volvió hacia mí y dijo: “¿Conoce Ud. quién es”? Yo no podía mentir así que le dije: “Sí señor, yo lo conozco”. El dijo: “Vaya y tráigalo”. Yo dije: “Escuche, yo soy el Hermano Branham, pero tengo puestos estos pantalones rayados y yo no puedo subir a esa plataforma”. Pero el hombre de color dijo: “A esta gente poco le importa cómo esté Ud. vestido, lo que le interesa es lo que está en su corazón”. “Pues”, dije yo, “por favor no diga nada al respecto”. Pero él hombre de color no esperó más. El gritó en alto: “¡Aquí está! ¡Aquí está”! Mi corazón se desplomó; yo no sabía qué hacer. Pero la noche anterior estando en el campo de maíz yo había orado: “Señor, si estas son las personas que siempre he anhelado encontrar, que parecen ser tan felices y libres, dame Tú el favor ante ellos”. Bien, el Señor me dio favor para con ellos, pero no me gustó tener que pararme delante de esa multitud con esos pantalones rayados. Pero todos me estaban mirando y yo tenía que hacer algo. Así que subí allá a la plataforma. Mi rostro estaba rojo, y dándome la vuelta vi esos micrófonos, y dentro de mí pensé: “¿Qué serán esas cosas”? Oré: “Señor, si alguna vez has ayudado a alguien, ayúdame a mí ahora”.
Abrí mi Biblia y mis ojos cayeron en el versículo: “El hombre rico abrió los ojos, estando en el infierno”, y prediqué del texto, “Entonces él lloró”. “Allí no había Cristianos, y entonces él lloró. Allí no había iglesia, y él lloró. Allí no había flores, y él lloró. Allí no había Dios, y él lloró”. Yo había sido un predicador algo formal, pero a medida que yo predicaba algo se apoderó de mí y el poder de Dios descendió sobre la congregación.
HERMANOS LE PIDEN TENER AVIVAMIENTOS  
Después de terminar el servicio — el cual continuó como por dos horas — salí. Un predicador se me acercó. El era un individuo alto, con botas, y él se me acercó y se presentó. El dijo: “Soy de Texas y tengo una buena iglesia allá. ¿Qué tal si Ud. viene y nos predica por dos semanas”? Otro predicador de la Florida se me acercó y dijo: “¿Qué tal si vienes y predicas con nosotros”? Tomé un pedazo de papel y anoté sus nombres y direcciones, y en cuestión de minutos tenía suficientes avivamientos programados para durarme el resto del año. Pues, yo estaba muy feliz. Me subí en mi pequeño Ford, modelo “T” y viajé por todo Indiana. Cuando llegué a casa, mi esposa salió corriendo y me abrazó. Mirándome ella preguntó: “¿Por qué estás tan feliz”? Yo le dije: “He conocido el grupo de personas más feliz de toda mi vida. Ellos son verdaderamente felices, y ellos no se avergüenzan de su religión. De hecho, algo ha sucedido en mí desde ese encuentro. Esta gente me puso a predicar allá en su convención, y es más, he recibido varias invitaciones para predicar en sus iglesias”. Ahora, le dije yo: “¿Irás conmigo”? Ella respondió: “Cariño, yo he prometido ir contigo a donde sea, hasta que la muerte nos separe”. Dios bendiga su corazón tan leal.Así que decidí ir a contarle a mi mamá. Cuando llegué allí le dije: “Mamá tengo algo que contarte”. Entonces le conté de las invitaciones. Ella preguntó: “¿Qué vas a hacer respecto a dinero”? Nosotros solamente teníamos diecisiete dólares entre los dos, pero sentimos que el Señor supliría. Ella me abrazó y me bendijo, y aún continúa orando por mí. Ella dijo: “Hijo, nosotros antes teníamos esa clase de religión en nuestra iglesia años atrás, y yo sé que es real”. 
UNA DECISIÓN FATAL
 Y amigos, lo que ahora digo, que sea para la educación de todos Uds. Permitan que mis errores resulten en bendiciones para Uds. Amigos y parientes me aconsejaron en contra de aceptar lo que yo sabía era el llamado de Dios para mí. Algunos dijeron que la gente que había conocido en la convención era gente calificada como basura. Más adelante me enteré, y digo con toda reverencia, que los que eran llamados “basura” eran “lo mejor de la cosecha”. Me fue dicho que mi esposa tendría de comer un día y otro día no tendría nada. Otros me dijeron que era deber mío permanecer allí en Jeffersonville y cuidar de la obra. Yo les presté atención y por fin decidí en no ir. Poco sabía yo, o mis amigos en ese momento, que dentro de ocho meses el río Ohio se desbordaría y que mi familia estaría en medio de la tragedia de esa horrible inundación.Fue durante este tiempo que la unción de Dios que había venido sobre mí, me había dejado. Y eso nunca realmente volvió sino hasta cinco años más tarde. Mi iglesia, hasta ese momento venía creciendo prósperamente, pero ahora comenzó a decaer. Todo salió mal. Con mi iglesia decayendo, yo no sabía qué hacer. Entonces comenzó el período oscuro en mi vida, cuando ocurrió la inundación del río Ohio que se llevó tantas vidas, y fue responsable por la muerte de dos de los que yo más quería en todo el mundo. 

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Web Hosting Bluehost